“El oro que cae en el barro no se pudre.”
Alejandro Jodorowsky
La cita que encabeza este post, pertenece a uno de los grandes teóricos del mundo psicogenealógico, Alejandro Jodorowsky, contiene una verdad esencial que nos permite encarar y desarrollar esta temática.
Hablaremos de familias, y de cómo la historia familiar resuena en cada uno de nosotros. No hay ninguna familia que no se mueva, de un modo u otro, en el barro del dolor, de la pérdida, de la enfermedad o del fracaso. Pero tampoco hay ninguna familia que no produzca una pepita de oro bajo la forma de cada uno de sus miembros. El barro del que provenimos, el barro bíblico del que estamos formados, no es sino la excusa de aquello que nos ha creado, llámese dios, la naturaleza, el azar o el anima mundi, para producir el oro que somos.
Con el tiempo descubriremos que ningún sistema familiar es perfecto, y todos de alguna manera han tenido que padecer, a lo largo del tiempo, los rigores de la historia, los conflictos, las catástrofes, el hambre o la opresión de ciertas normas sociales.
Pero todas las familias han producido oro: seres ejemplares, legendarios, bondadosos, o simplemente personas normales que hicieron lo posible para que sus hijos tuvieran una vida mejor.
En la perfecta imperfección de esta vida que vivimos, cada existencia es la suma de cientos, de miles de vidas de antepasados que están presentes en nuestros genes, en las historias que nos han contado, en los rasgos de nuestro carácter, en los silencios que nos han sido transmitidos. Todos tus antepasados viven en ti. Aquellos que murieron antes de tiempo, los que infligieron la ley, las mujeres que dieron su vida dando a luz a un nuevo ser, los enfermos crónicos, los emigrantes, los accidentados, los que partieron a la guerra y no volvieron; y los que volvieron, pero con el alma desgarrada por el dolor sufrido o causado a otros. Todos ellos están en ti. También los héroes, los patriotas, los rebeldes, los que tuvieron una vida relajada, las mujeres libres y los hombres brillantes que habitan tu historia familiar, todos están en tu interior. De todos ellos, de los felices y los desdichados, de sus genes, y también de sus historias personales, surge el átomo inicial de la persona que eres ahora. Todos llevamos en nuestro interior parte de un dolor transgeneracional que se manifiesta en lo que somos ahora, en nuestros conflictos y en nuestras dudas. Por eso es necesario conocer las historias, desvelarlas e incluso imaginarlas, de manera que podamos sanar ese dolor y convertirnos en seres más libres.
Abordando e incorporando conceptos que quizá desafíen tu concepción de la realidad. Algunas de esas ideas pueden causarte algún rechazo, algunas quizás te parezcan absurdas. No sería sorprendente que así fuera, puesto que aquello de lo que aquí se habla, la conciencia transgeneracional, es algo que ha sido completamente menospreciado en nuestro mundo occidental.
Conceptos como la conciencia del clan, la persistencia de la memoria generacional, el funcionamiento sistémico de la familia, la inocencia o la culpa heredadas, desafían mucho de lo que conocemos acerca de nosotros mismos.
Ahora bien, lo más sorprendente del mundo psicogenealógico es que sus presupuestos tienen una lógica profunda que resuena en nuestro interior como una verdad que llegara de un tiempo lejano, libre de contaminaciones ideológicas, indiferente a todo aquello que es políticamente correcto. Además, existe una vertiente práctica, un camino de sanación que cuando se hace efectivo, funciona. Un camino de curación interior que tiene un efecto casi inmediato en el alma. De modo que gracias a sencillos ejercicios, podemos comenzar a liberarnos de una carga que en ocasiones ni siquiera teníamos consciencia de llevar sobre nuestros hombros.
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